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Universidad de Sevilla
Cuando la
educación es obligatoria se convierte en coercitiva.
Normalmente la educación pasa a manos del Estado, porque
es este, en última instancia, quien quiere
controlar qué se enseña a la población. Quiere tener bien
delimitado lo que pueden aprender y lo que no. Es por decirlo claro, un acto de
manipulación educativa.
Es también el Estado quién
dicta las pruebas de acceso mínimas a estudios superiores (sean éstos privados
o no), ellos imponen arbitrariamente, las materias a estudiar por parte del
estudiantado.
Las escuelas e instituciones de
educación superior no son más que
espacios de tedio y aburrimiento, y es el maestro en un tablero dictando
clases, en pleno siglo XXI, esto no tiene sentido. No buscan por así decirlo,
otro desarrollo que el desarrollo curricular, están muy centrados en los
propios contenidos, porque solamente focaliza
el trabajo en algunas
capacidades, en algunas áreas.
En las escuelas convencionales
el aprendizaje es preventivo, los conocimientos adquiridos no prevalecen, ni
duran por mucho tiempo, los conocimientos están cambiando permanentemente, entonces lo que ha pasado es
que los sistemas educativos no han cambiado tan rápidamente como el resto de la
sociedad.
Busca que un número, defina la
calidad de persona (estudiante), se estimula mucho a los jóvenes a competir
entre sí, los mejores alumnos tienen reconocimientos, tienen premios y aquellos a los que no les va bien, se les
llama la atención.
Se educa para la competencia y
la competencia es el principio de cualquier guerra.
El secuestro del individuo por
parte del Estado se hace evidente cuando queda demostrado que se obliga a los
niños a estudiar, durante 6 horas al día, las materias y los autores que el
Estado escoge. Tal vez ese individuo utilizaría mucho mejor esas 6 horas al día haciendo
otras cosas. Seguramente si el Estado no raptara a los alumnos
durante este tiempo, ellos lo utilizarían en su beneficio, lo que les
permitiría, seguramente, ser grandes profesionales y emprendedores en el futuro
en aquello en lo que son realmente buenos. Esto les haría tener mayor creatividad.
En teoría, todas las leyes de educación nos hablan de objetivos;
de desarrollos humanos profundos,
valores humanos, cooperación, comunidad, solidaridad, igualdad, libertad,
paz y felicidad, y se llenan de palabras
bonitas.
La realidad es que la estructura básica del sistema, promueve
justamente los valores opuestos, la competencia, el individualismo, el
condicionamiento, la violencia emocional. Cualquier idea que se promueva desde
el discurso es incoherente con la que
la estructura que se sostiene.
La educación debería ser libre.
Y cuando decimos libre, nos
referimos 1) que no sea obligatoria y 2) mucho menos a costa de los
contribuyentes. En una sociedad libertaria consecuente, la educación estaría
mucho más extendida y sería mucho más específica e importante.
Al no existir la falsa
propiedad intelectual, no habría que pagar por los mal llamados derechos de
autor.