Estamos en los días en que
Bertolt Brecht decía, “Qué tiempos serán
los que vivimos, que tenemos que defender lo obvio”. Está estipulado en la
constitución de 1991, en el artículo 95, que los deberes de la persona y del
ciudadano consisten en proteger los recursos culturales y naturales del país y
velar por la conservación de un ambiente sano, como colombianos tenemos el deber
de cuidar el medio ambiente.
Desde hace más de cien días alrededor de 20 jóvenes estudiantes, investigadores, ambientalistas y
activistas, realizan un campamento en el Humedal la Conejera el cual alberga a
más de 30 especies de aves e innumerables riquezas en flora y fauna. La problemática
principal está en que la Constructora Fontanar del Río Etapa 8, tiene como propósito construir un conjunto urbanístico,
lo que afecta a 8 hectáreas en la esquina suroriental del Humedal, esto implica
que la zona rural que empieza desde ahí, comienza a ser invadida por el
urbanismo de la ciudad en zonas de ambientes frágiles de ecosistemas hídricos
como el del humedal, en donde la constructora pretende realizar apartamentos de
hasta 5 pisos, esto inevitablemente causará inundaciones.
Mauricio Castrillón Quiroga
“El Profe” Activista ambiental y uno de los precursores en la creación del
campamento, para no permitir que la constructora destruya uno de los pulmones
de la ciudad dice: “Somos los dolientes del territorio, hemos tomado conciencia
para ver si algún día el pueblo, que somos nosotros, podremos entender que esta
riqueza es de todos”, además agrega, “Uno no puede amar lo que no respeta, ni
mucho menos puede proteger lo que no ama”. Estas personas aprendieron a hacer respetar el ambiente sin violencia.
Estos activistas están
durmiendo en carpas húmedas y cubiertas en plástico, despiertan con el cantar
de las aves, el croar de los sapos y acompañados de un paisaje mágico, las carpas
encierran la lucha y la resistencia ambiental, que como ciudadanos tenemos el deber
de hacer respetar.
Por: Deisy García Camargo
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